sábado, 20 de noviembre de 2010

Las palmas son novias que esperan:

Y, hemos de poner la justicia tan alta como las palmas!.
José Marti



De José María Heredia

Mas ¿qué en ti busca mi anhelanle vista
con inútil afán? ¿Por qué no miro
alrededor de ni caverna inmensa
las palmas ¡ay! las palmas deliciosas.
que en las llanuras de mi ardiente patria
nacen del sol a la sonrisa, y crecen.
y al soplo de las brisas del Océano
bajo un cielo purísimo se mecen? (165-6)



De Miguel Teurbe Tolón (1820-1857),

Allá lejos, tras los mares,
hay un suelo todo flores,
do la brisa en los palmares
suspira cantos de amores;
donde hay un cielo dorado,
donde es de plata la luna,
y allí se meció la cuna
de este pobre desterrado. (Ripolí 207



Bajo Las Palmas

Manuel M. Flores
Morena por el sol del Mediodía
que en llama de oro fúlgido la baña,
es la agreste beldad del alma mía,
la rosa tropical de la montaña.
Diole la selva su belleza ardiente,
diole la palma su gallardo talle;
en su pasión hay algo del torrente
que se despeña desbordando al valle.
Sus miradas son luz, noche sus ojos,
la pasión en su rostro centellea,
y late el beso entre sus labios rojos
cuando desmaya su pupila hebrea...
Me tiembla el corazón cuando la nombro,
cuando sueño con ella me embeleso,
y en cada flor con que su senda alfombro
pusiera un alma como pongo un beso.
Allá en la soledad, entre las flores,
nos amamos sin fin, a cielo abierto,
y tienen nuestros férvidos amores
la inmensidad soberbia del desierto.
Ella, la regia, la beldad altiva
soñadora de castos embelesos,
se doblega cual tierna sensitiva
al aura ardiente de mis locos besos.
Y tiene el bosque voluptuosa sombra,
profundos y selvosos laberintos,
y grutas perfumadas, con alfombra
de eneldos y tapices de jacintos.
Y palmas de soberbios abanicos
mecidos por los vientos sonorosos,
aves salvajes de canoros picos
y lejanos torrentes caudalosos.
Los naranjos en flor que nos guarecen
perfuman el ambiente y en su alfombra
un tálamo los musgos nos ofrecen
de las gallardas palmas a la sombra.
Por pabellón tenemos la techumbre
del azul de los cielos soberano.
Y por antorcha de Himeneo la lumbre
del espléndido sol americano.
Y se oyen tronadores los torrentes
y las aves salvajes en concierto,
en tanto celebramos indolentes
nuestros libres amores del desierto.
Los labios de los dos, con fuego impresos,
se dicen el secreto de las almas;
después... desmayan lánguidos los besos...
y a la sombra quedamos de las palmas.


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