sábado, 25 de diciembre de 2010

¡MIRA, AHÍ VIENE EL AVIONCITO!

  


por Esteban Fernández

No sé exactamente cual es la edad en que el niñito cubano pasa de la compota y el seno de su madre a comer en un plato, pero es en ese preciso momento cuando escuchamos por primera vez decir: "¡Cómaselo todo, no vaya a dejar nada en el plato!".

Después escuchamos esa frase miles de veces. Es una especie de adoctrinamiento. Las madres cubanas insisten hasta la saciedad en servirnos bastante comida y en no permitir que dejemos sobras en el plato.

Cuando la madre cubana se da cuenta que "ya nos llenamos" y que existe la posibilidad de que dejemos comida en el plato entonces acude al "truco del avioncito". Es en ese instante en que ella coge la cuchara, la llena de comida, y comienza a decirnos: "Mira, aquí viene el avioncito, aquí viene tú tío Carlos, aquí viene tú prima María Mercedes" y nos mete a la cañona la cucharita en la boca.

Y protestamos: "¿Qué se cree mi mamá que mi boca es el aeropuerto José Martí de Rancho Boyeros?", pero esto nos crea un trauma y llegamos a pensar firmemente que es un PECADO dejar residuos de alimentos en el plato.

Tampoco recuerdo cuando es que llegamos a la plena conclusión de que uno de los DERECHOS HUMANOS  es "dejar de comer cuando nos de la gana" y dejar en el plato lo que nos de la realísima gana de dejar.

Y la bola pica y se extiende porque al casarnos la esposa cubana se mantiene firme en esa tradición y sube la parada considerando que su niñito y su marido cometen un crimen dejando cuatro bocados en el plato de una comida que ella tanto sufrió haciéndola.

Además del "avioncito", las cubanas tienen otros aliados: Los muchachitos que pasan hambre en África. Y ya, desde la primera mueca que le hacemos a la comida, la madre cubana nos pregunta: "Chico ¿tú no sabes que los niños en El Congo están pasando hambre mientras tú estás despreciando la comida?".

Aquí no son solamente las esposas cubanas  las que mantienen viva esa creencia, sino que también cooperan mucho LOS DUEÑOS DE LOS RESTAURANTES CUBANOS.

Usted puede ir a una pizzería, pedir una "large pizza", no tocarla, dejarla ahí, llamar al camarero, pagarla e irse y nadie le dice nada. Usted puede ir a un restaurante mexicano, pedir 17 burritos, pagarlos y dejarlos tirados en la bandeja y nadie le dice nada.

Sin embargo, usted va a un restaurante cubano, pide un bisté de palomilla con papitas fritas, se come la mitad del bistéc y 34 papitas fritas, y el resto no desea comérselo, pero parece que el dueño ya le ha avisado al camarero que le informe de ese tipo de "anomalías" porque antes de usted querer pagar, desde que pide la cuenta, se le acerca, se pone las manos en la cintura, y nos pregunta: "¿Qué pasó, chico, no te gustó la comida?"...

Ahí uno tiene que ponerse a darle 20 excusas: "No, chico, lo que pasa es que ya me llené". Y el dueño no acepta: "No, no chico, cómetelo todo". Y nos entra el terror de imaginar que en cualquier momento el propietario del restaurante cubano va a coger el tenedor y nos va a decir: "¡Mira, aquí viene el avioncito, chico cómetelo todo!"...

Nunca olvidaré que hace 35 años un día pedí un arroz frito en el restaurante  Peking de Miami (8 y la 8 del S.W.) y sólo me comí  cuatro  cucharadas y lo dejé. Y de pronto uno de los encargados, Federico, cogió tremendo berrinche mientras me decía: "¡Chico, tú mamá nunca te enseñó que uno debe comerse todo lo que le sirven!"...

Fue mi hija Ana Julia, cuando tenía siete años, quien me dio la solución del problema. Me dijo: "Papi, después que mami termine de cocinar, separa la mitad, móntala en el avioncito y envíasela a los niños que tienen hambre en África"...

jueves, 23 de diciembre de 2010

HOY QUIERO...

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Angélica Mora

HOY QUIERO...


Hoy quiero,
juntar todo lo bueno
y dejar atrás lo malo...

Abrazar
a mis reales amigos,
hoy tan lejanos,
y decirles
cuanto los quiero.

Y a los nuevos amigos
abrir los brazos
para estrecharlos
y decirles al oído
gracias,
por estar conmigo.

Hoy quiero
pedir por los que sufren
injusta prisión
y en general por todos
los que están privados
de la libertad
por una u otra razón.

Por los enfermos
que sufren sus males
y por los viejos
que arrastran sus años
sin tener a nadie
que les tienda una mano

Por la niñez desvalida,
tan abusada,
por las mujeres
que deben soportar
malo tratos
y sentir la esperanza
tantas veces ida.

Por el que añora
su tierra
todos los ratos...

Los que miran el mar
como yo
y sueña
con olas lejanas
con encajes blancos
que forman
lejanos retratos.

Por mis seres queridos
tristemente ausentes
y por los hoy,
conmigo presentes.

Niño Dios,
déjanos esta Navidad
junto con tu Estrella,
a los malos y buenos,
incluso
de religiones extrañas,
tu lección más plena.

Que fue nacer
para dar tu Vida
por todos nosotros,
y todo comenzó
en una Nochebuena.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Los presos olvidados del castrismo

Pablo Alfonso  
22 de diciembre de 2010 (Martí Noticias, 21/12/10)

En las cárceles cubanas sobreviven decenas de presos políticos cuyos nombres no resuenan en los medios internacionales de prensa, ni sus angustias encuentran eco en las campañas de las organizaciones internacionales que luchan a favor de los derechos humanos: son los presos olvidados del castrismo.

que van desde terrorismo hasta piratería", afirmó a Martí Noticias, Elizardo Sánchez, presidente de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN).
A diferencia de los 75 opositores encarcelados duran
"Hay casi un centenar de casos documentados, de clara definición política, pero que están condenados con una liberalidad irracional, por una amplia gama de delitos te la Primavera Negra de 2003, que concitaron la atención internacional y de los cuales sólo quedan 11 en prisión a la espera de su prometida liberación, la mayoría de los prisioneros políticos cubanos son casi desconocidos.
"Todos están catalogados en la cárcel como presos CR, las siglas que los identifican como contrarrevolucionarios y por eso para nosotros son presos políticos", explicó Sánchez.
Martí Noticias ha logrado reunir suficiente información sobre algunos de estos prisioneros políticos para divulgar el drama de cada uno de ellos. Sin dudas es una información que puede ampliarse, en primer lugar, con la colaboración de los familiares de los propios presos y también de las organizaciones de la oposición y grupos de derechos humanos en la isla.
La CCDHRN publica dos veces al año una lista con los nombres de los presos políticos, que es utilizada como referencia por reconocidas organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rigths Watch, entre otras. La más reciente fue publicada en julio y la próxima, según Sánchez, será difundida en algunas semanas.
"Es una compilación muy sucinta, elaborada con datos obtenidos de una masa estimada de 80,000 presos de todo tipo recluidos en las 200 cárceles y centros penitenciarios que hay en Cuba, 50 de ellos de alta seguridad", asegura Sánchez. "Como dije están todos los CR, sin contar una especie de congelador o gaveta, que tienen la inicial CR en la prisión, una veintena de ellos sin juicio todavía y que eran simples emigrantes y no los pusimos en la lista de julio", añadió.

Alexis Ramírez Reyes, es quizás el caso más típico de estos presos políticos olvidados. Apenas existe información personal sobre él. Arrestado el 12 de agosto de 1999 y condenado a 18 años de cárcel acusado de sabotaje, por quemar unos campos de caña, Ramírez lleva ya once años en la Prisión Kilo 7 de Camagüey, una cárcel de alta seguridad.
Ramírez es un humilde trabajador agrícola que vivía con su familia en la casa marcada con el número 116 B del Batey Pino 1, perteneciente al Complejo Agro Industrial Haití en el municipio de Santa Cruz, provincia de Camagüey.


Armando Sosa Fortuna, tiene una historia distinta aunque igualmente oscura en lo que se refiere a sus datos personales.
Sosa y otros seis cubanos residentes en Estados Unidos pertenecientes a la organización anticastrista PUND desembarcaron en el pedraplén que une a la ciudad costera de Caibarién con el cayo Santa María, al norte de la provincia de Villa Clara.
Sosa, junto al resto del grupo, fue arrestado el 15 de octubre de 1994 y condenado a 30 años de cárcel bajo el cargo de "otros actos contra la Seguridad del Estado".
Durante los 16 años que lleva encarcelado ha transitado por varias cárceles de la isla. En la actualidad está internado en la Prisión Kilo 7 en la provincia de Camagüey. No tiene familia en Cuba y los datos más recientes indican que en esta última prisión era visitado por el matrimonio Meivis Mulen Díaz y su esposa Madelin Avila Cruz.
Las autoridades carcelarias le cancelaron esas visitas y le informaron que sólo su hermana Dalia, una anciana que vive en Estados Unidos, puede visitarlo.


Carlos Luis Díaz Fernández, tenía 24 años de edad cuando fue arrestado por intento de salida ilegal del país, el 5 de octubre de 1992. Por esa causa fue condenado a dos años de cárcel, que se han prolongado hasta nuestros días.
Ahora acumula una condena de 19 años que le han impuesto en la misma cárcel por diferentes cargos como desacato, desobediencia y evasión.
Los abusos y atropellos que le tocó ver en la Prisión Kilo 8 de Camagüey, considerada como una de las peores de la isla, radicalizaron su rechazo al régimen comunista y él mismo fue víctima del maltrato de los carceleros.
Díaz Fernández se solidarizó en numerosas ocasiones con los ayunos, las huelgas y las protestas de varios presos de conciencia del Grupo de los 75 - entre ellos Orlando Zapata Tamayo -, encarcelados en la misma prisión.
En marzo de 2007 se unió a una huelga de hambre protagonizada por los prisioneros Juan Carlos Herrera Acosta, Leoncio Rodríguez Ponce y José Daniel Ferrer García. Su pésimo estado de salud, deteriorado por una severa diabetes, le impidió continuar la huelga.
Un informe de la Coordinadora Nacional de Presos y Ex Presos Políticos cubanos, emitido en La Habana en febrero de 2010, explica que de acuerdo con información brindada por su mamá, María Julia Fernández, Díaz Fernández, se encuentra en la prisión de Guantánamo, donde permaneció un año aislado en una celda de castigo, luego de su traslado desde la Prisión Kilo 8 de Camagüey.
"Díaz Fernández está enfermo, desnutrido, con pérdida de peso sustancial, diabético y padece de dolores pre-cordiales", subraya el informe. Su familia reside en San Gregorio #552 esquina al 2 Norte, Guantánamo, provincia de Guantánamo, Código Postal 95100.
Martínoticias.com continuará con esta serie de reportajes para sacar a la luz quiénes son los presos olvidados del castrismo.


lunes, 20 de diciembre de 2010

ATRÉVETE A SOÑAR

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Gentileza Ileana Curra

Por: Ninoska Pérez Castellón

Mientras asistía a una sesión de la Comisión de Derechos Humanos en Ginebra, me impactó un afiche de Naciones Unidas que mostraba a un hombre que le gritaba a otro: `` ¡Refugiado, regresa a tu país!''. El hombre acosado respondía: `` ¡Si pudiera lo haría!''

El exilio es una de esas pocas experiencias que para entenderla, hay que vivirla. Es profunda desolación. Una fría neblina que nunca se va del todo. Tan traumático como arrancar una planta de raíz. Es una constante añoranza por todo lo perdido que se niega a desaparecer y la redención solo la encuentras al recordar.

Jorge Mas Canosa, el exiliado más prominente de su época, me confesó poco antes de morir que el exilio era ``el peor de los castigos''. A pesar de su influencia política y su triunfo económico, murió añorando la tierra que juró liberar.

Ser exiliado es sentirse frágil como una planta trasplantada. Es dejar atrás todo lo amado y sentirse siempre un extranjero. Es no saber si algún día regresaremos al hogar.

El 5 de junio de 1959, aterricé en una ciudad cuyo nombre no podía pronunciar: Ft. Lauderdale. Mi hermanita, mi prima y yo descendimos del avión vestidas como princesas, sin reconocer aún que no éramos más que refugiadas. América nos había dado la bienvenida y quedaba atrás la pesadilla en que se había convertido la vida para nuestra familia tras el triunfo de la revolución. Unos meses después recuerdo el miedo y el frío que sentí en una corte de inmigración durante una audiencia de deportación. Fue una de las pocas ocasiones en que el optimismo de mi madre quedó opacado por la preocupación que reflejaba el rostro de mi padre. Pero Estados Unidos no nos defraudó y recibimos el asilo político, evitando que fuéramos devueltos al infierno del que habíamos logrado escapar.

Los próximos años fueron difíciles. Niños cubanos llegaban a Estados Unidos sin sus padres, las noticias reportaban demasiados fusilamientos y fracasaba la invasión de Bahía de Cochinos donde lucharon mis tíos y hermanos. Uno de mis hermanos, con apenas 18 años, por poco muere asfixiado al ser encerrado en una rastra hermética. Hombres y mujeres abarrotaban las prisiones en Cuba, mientras que miles escapaban despojados de todo y estrenaban el exilio con la incertidumbre como compañera. Los trabajos eran escasos y era común ver a un médico o a un abogado limpiando pisos. En medio de aquel caos mi abuelo siempre repetía: ``Atrévanse a soñar''.

El ex congresista Joe Kennedy me contó cómo su abuela Rose Fitzgerald le mostró la sección de clasificados de un viejo diario de Boston y le señaló un anuncio que decía: Se busca un lavador de platos, los irlandeses no se molesten en aplicar. ``Recuerda siempre de dónde venimos'', le dijo. No fue diferente con nosotros los cubanos. Nunca lo hemos olvidado. Nos hemos reconocido en los rostros de quienes llegaron después en balsas o embarcaciones, desertando en algún remoto rincón del planeta o perdiendo la vida en el intento.

El exilio es una difícil, pero valiosa lección. El libro: The Exile Experience, A Journey to Freedom pone nuestra experiencia en perspectiva y se convierte en un importante testimonio para futuras generaciones. Mostrará a los americanos que vivimos agradecidos del país que nos dio tantas oportunidades. Una tierra que queremos tanto como la nuestra, pero que como refugiados que siempre seremos en lo más profundo de nuestras almas, jamás podremos olvidar de dónde venimos. Ayudará a despejar las perversas difamaciones del régimen cubano hacia una comunidad que ha sido más satanizada que ninguna otra.

La historia del exilio cubano es una de triunfos, pero detrás de cada una de esas historias figuran grandes sacrificios, mucho dolor y las amargas lágrimas de tercos cubanos que contuvieron su llanto y siguieron adelante a pesar que a veces la visión nublaba el camino.

Cada vez que he tenido el privilegio de ser una voz a favor de la libertad de mi pueblo, ya sea en la radio aquí en Miami o trasmitiendo hacia Cuba, hablándole a algún presidente o testificando ante el Congreso de Estados Unidos confrontando a quienes sirven de apologistas para la dictadura cubana, invariablemente escucho las palabras de mi abuelo: ``Atrévete a soñar''.

Hace un tiempo atrás, en la Casa Blanca como invitada del presidente de Estados Unidos para celebrar la Navidad, recordé aquella primera Nochebuena en este país, donde la tristeza fue tal que al sentarse la familia a la mesa, todos rompimos a llorar. Ahora cuando miro la foto de ese día junto al presidente George Bush, me digo a mi misma: no está mal para la niña refugiada que temblaba de miedo en una corte de inmigración.

No, aún no he olvidado. Jamás voy a olvidar.

Ninoska Pérez Castellón es directora ejecutiva del Consejo por la Libertad de Cuba y autora con Mirta Iglesias de Cuba mía, hablan tus hijos.


No, aún no he olvidado. Jamás voy a olvidar.

Ninoska Pérez Castellón es directora ejecutiva del Consejo por la Libertad de Cuba y autora con Mirta Iglesias de Cuba mía, hablan tus hijos.

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