sábado, 30 de octubre de 2010

Danzas, Contradanzas, Habaneras y Danzones

(por Joaquim Zueras Navarro)

Decía en otro artículo que durante el siglo XIX la música ocupaba una posición relevante en Cuba, con una gran afición por la misma; un desahogo espiritual frente a una situación política inestable y, digámoslo también, un signo de distinción. Los teatros se llenaban con violinistas como Vieuxtemps, óperas con sopranos como Adelina Patti y también se celebraban conciertos de cámara y tertulias en algunos salones. En una entrevista al diplomático y escritor cubano Armando Cristóbal, opinaba sobre las danzas cubanas: "El hecho de que en la colonia caribeña del XIX, poblada por españoles y africanos, se produjera un mestizaje cultural, es la base para la aparición de las danzas; no sólo porque es la manifestación culta de la Europa romántica la que se constituirá en su integrante esencial, sino por la cadencia que deriva de los ancestros africanos y la metamorfosis a través de la propia España en esa "ida y vuelta" entre las dos orillas atlánticas, además de las danzas de salón (francesas e inglesas) que se amulataban en las casas de baile de negros y mestizos libres. Sobre un conjunto tan heterogéneo, surge esa nueva forma que se manifiesta en la música de Saumell y Cervantes".

Este interesante CD propone un recorrido por distintos períodos de la danza cubana, el primero de los cuales podríamos calificarlo de presaumelliano. Sirven de ejemplo doce contradanzas de Nicolás Muñoz Zayas, Tomás Buelta y Flores, José L Fernández de Coca y Enrique Guerrero. Escuchándolas, podemos observar la gradual utilización de la rítmica cubana, en la que juega un papel primordial el empleo de la síncopa, a la vez que disfrutamos de su gracia y sencillez.

Una segunda etapa vendría caracterizada por la fuerte influencia del romanticismo europeo sin abandonar el sentimiento nacionalista, con un discurso pianístico más avanzado y sutil, como el utilizado por Cecilia Arizti y Laureano Fuentes, un lenguaje delicado, expresivo y de rítmica estilizada.

Las seis danzas de Jorge Anckermann recuerdan a menudo lo más característico del estilo de Cervantes, la sutileza en los matices, poesía musical teñida de leve melancolía y un inteligente juego dialogado entre las voces, como el de la exquisita miniatura "Crepúsculo".

Rafael Pastor fue un valenciano que se radicó en Cuba en 1906, dedicándose a la enseñanza y a la composición musical. Miembro fundador de la Academia Nacional de Artes y Letras, también fundó y dirigió el Conservatorio Pastor de la Habana. El tríptico de danzas que aquí se nos muestra está impregnado de fuertes influencias europeas, como por ejemplo la de Granados, participando no obstante, como Anckermann, de la musicalidad de Cervantes.

Finalmente, el CD nos sumerge en pleno siglo XX. De Carlos Fariñas, compositor de gran talento e imaginación, son la dulce habanera "Trinitaria" y el vigoroso "Danzón para un domingo". "Danzón imaginario" de José María Vitier es una bellísima pieza de concierto; del mismo autor es la aterciopelada "Habanera del Ángel" de atmósfera evanescente un tanto debussista.

Alicia Perea ha actuado como solista en diferentes orquestas sinfónicas cubanas y ha ofrecido recitales en diversos países de Europa y América. Alterna su regreso al mundo de los conciertos con una intensa labor pedagógica en la Escuela Nacional de Arte. Ha sido Presidenta del Instituto Cubano de la Música. Sus interpretaciones rezuman gran sensibilidad, magia y seducción, sencillez que huye de cualquier amaneramiento y claridad, en parte por un prudente y oportuno uso del pedal. La toma de sonido es excelente y los comentarios de la carpetilla de Alberto Joya, así como las biografías breves de los compositores, muy ilustradoras.





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