Si un "logro" debemos a la revolución de los hermanos Castro, es la desaparición de frutas desde siempre conocidas y consumidas en Cuba. Y que al perderse de puestos y mercados, hoy son desconocidas por las nuevas generaciones de cubanos.
Una de ellas es el marañón, muy apreciado por su semilla, tan rica, nutritiva y sabrosa como el maní, la almendra o la avellana. Los habaneros solíamos comprar semillas de marañón tostadas, calienticas y por libras, en cualquiera de los varios Ten Cent existentes en la ciudad.
Con ese nombre también le conocen en Perú, Colombia y Costa Rica. En Venezuela al marañón le llaman merey. En España, anacardo; en México, nuez de la India y en República Dominicana, cajuil. En otros países lo identifican con nombres tan variados como jacote, alcayoiba, caracolí, casoy, nuez de caoba, panjí, oacajú, cayutero... Cashew le dicen en inglés, y anacardier en francés.
Brasil es uno de los mayores productores y su castanha de caju (foto) goza de fama mundial.
El marañón es muy rico en vitamina C y de sus propiedades medicinales se dice que es afrodisíaco, estimulante de la memoria y antioxidante. Su corteza y sus hojas son utilizadas en cólicos estomacales, inflamaciones, neuralgias, insomnio, diabetes, hemorroides y psoriasis. La resina sirve para curar y cicatrizar lesiones cutáneas.
Tras décadas perdido de los campos cubanos, en la Isla han empezado a sembrar marañón. Ojalá no sea sólo por cumplir metas. Y aunque apriete la boca, como dicen nuestros guajiros, no vuelva a faltarle a la población. Dejamos de verlo en las matas y sólo algunos campesinos lo seguían consumiendo, pero simbólicamente no desapareció. En Pinar del Río, La Habana, Las Tunas, Holguín y Guantánamo, entre otras localidades, existen pueblos, ríos y lomas nombrados Marañón.
Tanto su pulpa como su semilla se utilizan en la confección de las más variadas recetas, saladas o dulces. Aunque ninguna como el turrón que hacían -y todavía deben hacer- en Trinidad, patria chica del marañón criollo.
Pese a no ser una fruta tan extendida como la piña, el mango o la guayaba, le sirvió de inspiración al compositor Jesús Guerra, nacido en Cienfuegos en 1920, radicado en Francia desde los años 40 y autor de canciones populares como Bigote de gato. En 1953, Benny Moré interpretaría su número Semilla de Marañón.
Fotos: José Jaime Araujo y Santinha, Flickr.
1 comentario:
En Venezuela a la semilla la llamamos MEREY. Es de un sabor excelente y mucho mejor que el maní.
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