sábado, 30 de octubre de 2010

Danzas, Contradanzas, Habaneras y Danzones

(por Joaquim Zueras Navarro)

Decía en otro artículo que durante el siglo XIX la música ocupaba una posición relevante en Cuba, con una gran afición por la misma; un desahogo espiritual frente a una situación política inestable y, digámoslo también, un signo de distinción. Los teatros se llenaban con violinistas como Vieuxtemps, óperas con sopranos como Adelina Patti y también se celebraban conciertos de cámara y tertulias en algunos salones. En una entrevista al diplomático y escritor cubano Armando Cristóbal, opinaba sobre las danzas cubanas: "El hecho de que en la colonia caribeña del XIX, poblada por españoles y africanos, se produjera un mestizaje cultural, es la base para la aparición de las danzas; no sólo porque es la manifestación culta de la Europa romántica la que se constituirá en su integrante esencial, sino por la cadencia que deriva de los ancestros africanos y la metamorfosis a través de la propia España en esa "ida y vuelta" entre las dos orillas atlánticas, además de las danzas de salón (francesas e inglesas) que se amulataban en las casas de baile de negros y mestizos libres. Sobre un conjunto tan heterogéneo, surge esa nueva forma que se manifiesta en la música de Saumell y Cervantes".

Este interesante CD propone un recorrido por distintos períodos de la danza cubana, el primero de los cuales podríamos calificarlo de presaumelliano. Sirven de ejemplo doce contradanzas de Nicolás Muñoz Zayas, Tomás Buelta y Flores, José L Fernández de Coca y Enrique Guerrero. Escuchándolas, podemos observar la gradual utilización de la rítmica cubana, en la que juega un papel primordial el empleo de la síncopa, a la vez que disfrutamos de su gracia y sencillez.

Una segunda etapa vendría caracterizada por la fuerte influencia del romanticismo europeo sin abandonar el sentimiento nacionalista, con un discurso pianístico más avanzado y sutil, como el utilizado por Cecilia Arizti y Laureano Fuentes, un lenguaje delicado, expresivo y de rítmica estilizada.

Las seis danzas de Jorge Anckermann recuerdan a menudo lo más característico del estilo de Cervantes, la sutileza en los matices, poesía musical teñida de leve melancolía y un inteligente juego dialogado entre las voces, como el de la exquisita miniatura "Crepúsculo".

Rafael Pastor fue un valenciano que se radicó en Cuba en 1906, dedicándose a la enseñanza y a la composición musical. Miembro fundador de la Academia Nacional de Artes y Letras, también fundó y dirigió el Conservatorio Pastor de la Habana. El tríptico de danzas que aquí se nos muestra está impregnado de fuertes influencias europeas, como por ejemplo la de Granados, participando no obstante, como Anckermann, de la musicalidad de Cervantes.

Finalmente, el CD nos sumerge en pleno siglo XX. De Carlos Fariñas, compositor de gran talento e imaginación, son la dulce habanera "Trinitaria" y el vigoroso "Danzón para un domingo". "Danzón imaginario" de José María Vitier es una bellísima pieza de concierto; del mismo autor es la aterciopelada "Habanera del Ángel" de atmósfera evanescente un tanto debussista.

Alicia Perea ha actuado como solista en diferentes orquestas sinfónicas cubanas y ha ofrecido recitales en diversos países de Europa y América. Alterna su regreso al mundo de los conciertos con una intensa labor pedagógica en la Escuela Nacional de Arte. Ha sido Presidenta del Instituto Cubano de la Música. Sus interpretaciones rezuman gran sensibilidad, magia y seducción, sencillez que huye de cualquier amaneramiento y claridad, en parte por un prudente y oportuno uso del pedal. La toma de sonido es excelente y los comentarios de la carpetilla de Alberto Joya, así como las biografías breves de los compositores, muy ilustradoras.





EL ECO DE MI SILENCIO


depresiva
Angélica Mora

El silencio es tan grande
que me envuelve
en innumerables ecos
que suenan
y replican alrededor de mi entorno.

Esta soledad mía
crea golpes en rejas abiertas,
que sin embargo
se cierran con golpes secos.

Este silencio se posa en sitios cercanos,
pero también vuela distancias
y repercute
en bóvedas lejanas.

Al final, la voz sin respuesta
se torna aguda
como campana
que golpea una y otra vez
su badajo de carne muda.

Y se van formando bloques callados
de mí que nadie conoce,
en medio del vasto silencio...
sin que nadie acuda.

Silencio...




Calesas, quitrines y volantas en Cuba del siglo XIX




La Danza Cubana.

Por: Bonifacio Byrne.

"La contemplación de una flor, de una gota de rocío, o el eco de una música lejana y acariciadora; bastan para que en nuestro cerebro se alce la imagen de la Patria y para que le dediquemos a cualquier hora y en cualquier momento doloroso un suspiro, una oración sentida y una lágrima inefable".
Cuando nos encontramos distante de la tierra donde se meció nuestra cuna, cualquier hecho simplísimo, cualquier sencilla circunstancia, cualquier imprevisto incidente que nos la recuerda, nos produce intensa emoción y profundísima tristeza. Un nombre, que se pronuncia a nuestra espalda haciéndonos volver la cabeza como impulsados por un resorte; una nube errando en el espacio, llevando en su borde los postreros reflejos del sol moribundo; cualquier fragmento de ese cuadro infinito y portentoso que se llama Naturaleza y es obra de la mano de Dios; la página de un libro; un retrato, expuesto en una galería fotográfica; una sonrisa, apenas entrevista, pero que nos trae a la memoria los rasgos fisonómicos de una persona ilustrada; la vibración sonora de una campana, saludando a las tinieblas; la contemplación de una flor, de una gota de rocío, o el eco de una música lejana y acariciadora; bastan para que en nuestro cerebro se alce la imagen de la Patria y para que le dediquemos a cualquier hora y en cualquier momento doloroso un suspiro, una oración sentida y una lágrima inefable.
No debe, pues, extrañar a nadie, en vista de las razones expuestas, lo que le aconteció al ilustre cubano Pedro Santacilia, cierto día en cierta casa de una distinguida familia cubana, residente en New York.
Era a raíz del grito de Yara, el año 1868. En esa época la colonia cubana en los Estados Unidos no era tan numerosa como lo fue luego, cuando el éxodo criollo llegó a adquirir proporciones verdaderamente colosales.
Santacilia marchaba distraído, recordando acaso los famosos versos de la vibrante y patriótica silva con que hubo de responder a una poesía del poeta dramático Campoamor, en que se aludía a Cuba, cuando he aquí que a los oídos del pobre desterrado llegan los ecos de una danza cubana.
¿De dónde procedía aquella música, en cuyas notas parecía sollozar el alma de Cuba, oprimida bajo la férrea mano de sus insufribles déspotas?
Alzó la vista entonces y al ver el sitio de donde se escapaban aquellas sentidas notas, a él se dirigió sin vacilación alguna, como se dirige el pájaro errabundo al árbol donde encuentra de nuevo el nido que en sus ramas abandonara, huyendo del furor de la tormenta.
Encontró entornada la puerta de la calle; entró sin llamar; subió la escalera que se presentó a su vista, y a los pocos momentos penetraba en un elegante gabinete, donde, sentada ante un piano, veíase una encantadora joven, hija de Cuba, y a su alrededor otras bellas señoritas, compatriotas suyas.
Ninguna se apercibió de la llegada de Santacilia, porque el ruido de los pasos de este era amortiguado por una tupida y gruesa alfombra extendida sobre el pavimento. La danza continuó cada vez más triste, cada vez más dulce, cada vez más sentida. La gentil pianista no solo conocía la difícil técnica del sonoro instrumento que tocaba, sino que complaciéndose en ello, ponía toda su alma de artista en la interpretación de aquella danza criolla, donde se oía el rumor apacible de la brisa entre las pencas de las palmas, la voz armoniosa del sinsonte, cantando en la rama vibrante de un cedro centenario, los ecos del tiple vibrando en las puertas del rústico bohío, el acento cariñoso de los amigos de la escuela junto con las quejas de la patria, los apóstrofes de los guerreros que combatían en la «manigua», los sollozos del hogar paterno y las lamentaciones de los que, besando mentalmente su bandera, eran fusilados, en el recinto de las ciudades o caían víctimas del clima insalubre, en los tenebrosos presidios sostenidos por España en sus inhospitalarias posesiones africanas.
Cuando al cesar la maravillosa danza, aquella genial artista y sus compañeras fijaron sus ojos asombrados en el rostro de Pedro Santacilia, quedáronse silenciosas como si estuvieran contemplando el paso de un entierro. El piano había enmudecido y aún permanecía el infeliz emigrado sumido en religioso éxtasis, como si se hallara arrodillado en las gradas de un altar, lleno de rosas, de cirios encendidos y de «cantíos» celestes...
Ellas no le preguntaron nada, ni le dijeron en aquel momento palabra alguna; pero al ver la faz del compatriota proscrito, nublada por un raudal de lágrimas, no pudieron contenerse, la pianista se echó a llorar, ocultando su bello rostro entre las manos. ¿A qué preguntarle, a qué someterlo a una interrogación enojosa si lo habían comprendido todo?


Tomado de La Danza Cubana.

Mis héroes. Por Esteban Fernández.

Esteban Fernández
Algún día, en una Cuba libre, será cuando verdaderamente los cubanos se enterarán del descomunal esfuerzo realizado por el destierro cubano combatiendo a rajatablas a la tiranía castrista.
Dentro de nuestra nación muchísimos compatriotas creen que el exilio ha sido simplemente para acumular riquezas, para rodar carros del año, para dar suntuosas fiestas, para crónicas sociales. Pero muy poquito se sabe de la sangre que los exilados han derramado en la tierra cubana ni de los cientos de gestiones guerreras realizadas. 
El 99 por cientos de nuestros hermanos en la Isla conocen a Willy Chirino y a Gloria Estefan, pero un ciento por ciento no tiene ni la menor idea de quien fue Tony Cuesta. Han escuchado hablar mucho de la prosperidad de los cubanos en U.S.A. pero muy poco de lo que fueron los Comandos L, los Comandos Mambises y Omega7.
 Consideran que el exilio es pachanga y dólares, pero el exilio es Vicente Méndez y Edel Montiel, “Rabo de Nube”, Espiritico, el “Venado”, Joaquín Membribe. Este es un destierro que ha dado una gloriosa Brigada 2506. Tenemos un día que escribir libros sobre “Yarey”, sobre el Rece, sobre el Jure, sobre Abdala, hacer 100 tomos de la organización Alpha 66, sobre sus ataques comandos, sus desembarcos. Solo hay que entrar en la oficina de Alpha en Miami para ver en sus paredes la galería de sus mártires.

Muy poquitos en Cuba han escuchado los nombres de los gloriosos hermanos Ignacio y Guillermo Novo. Sólo se habla en nuestra patria de Orlando Bosch y de Luis Posada Carriles para atacarlos. En una Cuba libre tendremos que erigirles unas estatuas al lado de la de Antonio Maceo. Alvin Ross es un héroe en esta lucha. Allá sólo conocen a los cantantes y los peloteros.
Este exilio ha dado muchos patriotas como Aldo Rosado, como Luis Crespo, como Humberto López, como Henry Agüeros, Dionisio Zuarez, Virgilio Paz, que han dedicado sus vidas a combatir al régimen. Desde el primer momento, desde el mismo 1959, ya desembarcó en Trinidad, se jugó la vida y cumplió largos años de prisión Roberto Martín Pérez.
 Y antes de llegar la invasión de Playa Girón ya estaban allí los equipos de infiltración, con Pepito Regalado, Humberto Solís, Abel Pérez, el Sheriff, Raffo, Yayo Varona, Recarey, Blanquito, Andréu, Cawy, Durán, Giraud, Comella, Mirto Collazo, y muchos más.
 La “Lucha por los caminos del mundo”, el CORU, el Poder Cubano, el Movimiento Nacionalista, el Movimiento Pragmatista, el gran Valentín Hernández. Toda la gloria para ellos. Lo primero que tenemos que hacer cuando llegue nuestra liberación es pedir que nos devuelvan a Eduardo Arocena y declararlo Héroe Nacional de la República de Cuba.
 ¿Quién conoce dentro de nuestra patria a Héctor Alfonso? Un verdadero león en esta contienda. ¡Cuantas páginas de la futura historia de Cuba le tendremos que dedicar a “Fabián”! Pero allá sólo conocen a Andy García y al “Duque” Hernández.
 Y ahí en esa historia estarán Manuel Artime, Andrés Nazario,Dieguito Medina, Santiago Álvarez, René García, Felipe Rivero, Eneido Oliva, Orlando Atienza, Sergio Perico Díaz, Waldito Castroverde, René Cruz, Enrique Encinosa, Alejandro del Valle, Nino Díaz, Ramón Saúl Sánchez, Juan Felipe de la Cruz, Armando Fleites, Dionisio Suárez, Hugo Sueiro…
 El que crea que desde aquí no se le ha tirado ni un chícharo a la tiranía es un ignorante de la verdad. Y algún día habrá que hacerle saber a toda la nación la verdad que hoy oculta el régimen. Pocos destierros a través de la historia han combatido más que el nuestro, pero siempre se le ha escatimado la gloria que merece. Eso vamos a subsanarlo en una Cuba libre.

Con una facilidad tremenda llamamos “glorias de Cuba” al deportista, al músico, al bailarín y al poeta. Pero yo pienso que ha de llegar el momento en que los cubanos nos pongamos de pie para brindarles una cerrada ovación a Ernesto Díaz Rodríguez, a Eusebio Peñalver, a Renán Llanes, Tony Bryan, Félix Rodríguez, Ernestino Abreu, Carlos Hurtado, Pedro Remón, Ruben López Castro, Tony de la Cova, Gaspar Jiménez, Osiel González, Alfonso Carol y a muchos otros patriotas que tanto lo merecen…
 Mis héroes son los que a pesar de los años transcurridos se mantienen con la moral muy en alto, los que predican la acción como Manuel Prieres en Villagranadillo, como Tito Rodriguez Oltmans desde Radio Mambí, como José Luis Fernández desde La Voz de Cuba Libre .
Cobardía no es predicar la guerra desde el exilio, cobardía es estar en el destierro y no atreverse  a pedir libertad plena para Cuba.
Cortesía del autor.

viernes, 29 de octubre de 2010

Mujer.......

MUJERES...Por Osvaldo Raya



A mis amigas y a mis ex alumnas, en homenaje a su arrojo.
A veces el macho cabrío en mitad de la montaña se echa, se detiene, hace un nudo de sí mismo, se tranca y cae. Y se lo puede ver hastiado y sin fe, durmiendo tres veces en la tarde la misma siesta; porque ya le ha parecido excesivamente agotador y largo el camino a la cumbre. Y es la hembra, entonces, quien toma su lugar y no renuncia. Con su cautela de cabra, se empina y reemprende el viaje hasta lo alto; a desplazar, incluso, de su trono, al águila soberbia. Y lo logra; y quedan, los suyos ‒incluyendo al macho‒, por fin, a salvo.
Y hay mujeres así, que empujan más que su hombre. Es ahí cuando tanto el macho cabrío como el hombre entran en pánico y se sienten con el orgullo demasiado herido y la antigua prepotencia acribillada. Una insólita virilidad ‒esa muy femenina virilidad de ying que asume el yang‒ los desafía y se impone la proverbial intolerancia del falo absoluto y único que decide derribar a ese otro falo ‒o aura de hembra con los colores de lo fálico‒ que se le aproxime o pretenda competir y ganar en las lides de su circo. Mas… ¡qué tontería! Ahora, aun echado, al lado de los áspides, el macho estalla de celos o de envidia y comienza la guerrita sucia, la ofensa. Él trata de humillarla a ella y le apunta ‒él‒ con su alabarda para derribarla de su ínfula nueva y tumbarle ‒a ella‒ el ala que le he crecido en los costados.
Y no. Yo no entiendo. ¿Por qué mejor el esposo no se siente más bien honrado y orgulloso, inflado de la gloria de la gran mujer que tiene y reconoce su instinto agencioso y sus esfuerzos; en vez de minimizarla a toda costa y hacerle creer, todos los días, que es incapaz ‒aunque esté viendo que sí, que es bien capaz y que de tal capacidad se beneficia‒ y que es ella la inútil, la estúpida, la inapetente y la que hace todo mal, hasta el sexo? ¿Por qué en lugar de zaherirla y criticarla no la premia y la pone en un altar de besos y de flores frescas, y junta su hombro incólume con el de ella? ¡Ah… pero ya entiendo!: Ese varón no es tan varón. Y sé más: El que se sabe pequeño no quiere crecer ‒no se esfuerza‒ y prefiere retorcerse y susurrarle al gigante la hiel y los dardos que van directo al alma noble y frágil y atizan la culpa y el descrédito de lo propio; con tal que se arrodille ‒el gigante‒ y se ponga a la altura de la hormiga.

Pero el hombre grande ‒o la mujer‒ es grande siempre; incluso, si se agacha para comer en la mesa del enano.

http://osvaldo-raya.blogspot.com/

Instrumental...

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Nostalgia Cubana:Juan Legido y Los Churumbeles de España








¿QUÉ ES EL EXILIO? Por: Rev Martín N. Añorga

¿QUÉ ES EL EXILIO?
Por: Rev Martín N. Añorga
05-07-2008
Para los que eran afortunados, tenían propiedades bien adquiridas y disfrutaron de las comodidades propias de un intenso trabajo, el exilio fue la pobreza impuesta arbitrariamente, el cambio de los palacios por el estrecho cuartucho de un hotel sin estrellas. Pero fue también la exaltación del decoro, el despliegue de la más arriesgada expresión de la valentía y la máxima manifestación del patriotismo.
Para otros, un ascenso, un salto a mejor economía y a vivir sin mayores problemas.
Habrá quienes crean que el exilio es una bendición: viajamos, tenemos casas más holgadas, manejamos automóviles, y hasta buenas cuentas en el banco. Son los que han anestesiado su dolor por Cuba, inyectados por la ambición desmedida por el dólar.
Hay los que asocian el exilio con la amnesia. Para estos sus vidas empezaron aquí, con imperdonable olvido de los años vividos allá. Son los que cambian de nombre y de idioma, los que se han dejado subvertir la cultura y han aceptado calladamente una nueva geografía.
Están los que se han insertado en el cómodo espacio de la indiferencia. No creen en las organizaciones y por eso no las apoyan. Son los que se pasan la vida criticando a los héroes del pasado y se han dejado clavar en la frente la dolosa marca de la resignación.
Y están también los traidores y tramitados. Los que abandonaron un pedazo de tierra, porque patria no tenían, y han venido para esparcir falsa ideología, para crear divisiones y para servir en este ámbito de libertad al tirano que ha sembrado en la Isla atropellada el crimen, el odio y la opresión.
En el exilio he visto, sin embargo, a campesinos que han fabricado su nueva agricultura en tierra ajena sin abjurar jamás de aquella de la que se despidieron.
He visto en el exilio a médicos y profesionales reconstruyendo sus carreras al tiempo en que trabajaban mal pagados en fábricas hacinadas. He conocido a escritores que sostenían la escoba en sus manos sin olvidar la pluma que les reclamaba el regreso al romance de su vocación literaria.
He conocido en tierras de libertad a mujeres y hombres con la altura moral de una empinada asta de bandera, que llegaron de Cuba cuando eran niños, prendidas sus manos de manos desconocidas. Los padres, allá, en la tierra convulsa se separaban lagrimosos de sus criaturas con la ilusión de que éstas vivieran en tierra libre, con esperanzas vestidas de limpio. Los asombrosos niños de Peter Pan son honra del exilio cubano. Sus logros exaltan la fertilidad del sacrificio y la libertad.
Una de las experiencias más dramáticas del exilio, para mí, es la de despedir en un cementerio local a un cubano que se murió con hambre de Cuba. Pudiera intentar una larga lista, pero siempre cometería impropias omisiones. Voy a mencionar a un íntimo amigo que a punto de exhalar su último suspiro, me dijo con entrecortada voz: “no me duele morir, lo que me duele es morir fuera de Cuba”.
El exilio es una rara combinación. Para unos, gloria, triunfos, reflectores, aplausos y riquezas. Para otros, pobreza, soledad, escasez, insomnio y desespero. Este exilio, que se ha ido integrando por etapas, es diverso. Para la gente de mi edad, Cuba es innegociable, la queremos libre, sin zurcidos en el traje. En ese empeño hemos ido dejando pedazos de juventud. Los que han venido llegando después no pueden tener de Cuba el mismo recuerdo que el nuestro. Han dejado atrás una tierra encadenada, un sistema de opresión feroz y un amargo sentimiento de frustración que es perdurable.
Cuando oigo a algún recién llegado hablando despectivamente del exilio histórico, se me sale de seno la rebeldía. Estos cincuenta años de destierro contienen un cúmulo de heroísmo, sacrificio y patriotismo que únicamente pueden negarlo los que estén ciegos por el odio o tienen corrompido el corazón por la maldad.
El exilio es sueño interrumpido, sonrisas que alternan con lágrimas, nostalgias que invaden el alma, despedidas que han dejado incurables cicatrices, es andar al frente con el corazón mirando hacia atrás. No importa lo que hayamos alcanzado ni la importancia que hemos conquistado. Para el verdadero exiliado nada hay que valga más que la ansiosa ilusión de una patria redimida.
Hoy día existen puentes de comunicación entre el exilio y la Isla aherrojada. Hay quienes van a la Isla con un equipaje de sorpresas y un plan empaquetado en carcajadas. Son los que han cambiado el traje de desterrados por el uniforme de turistas. Pero hay otros que van a dar el beso último a la madre enferma y llevan como equipaje pan para saciar el hambre y medicinas para aliviar el mal. Es, evidente, sin embargo, que estos trámites de los viajes a Cuba, sea cual fuere el motivo, cobran el precio del silencio por parte del viajero..
A nosotros, en las primeras décadas del destierro nos tocó una etapa dolorosa y cruel de aislamiento total. Conozco personas -más de lo que quisiera-, que no pudieron cerrar los ojos al padre moribundo, ni visitar a sus enfermos y seres más amados, que en tierra cubana clamaban por un abrazo y por una limosna de cercanía. Cuando veo a algún cínico sonreír malévolamente, cuando hablamos del dolor del exilio cubano, tengo que cerrar mis puños para no golpearlo. El que no es capaz de entender el dolor ajeno ha dejado de ser humano.
El exilio podrá tener sus momentos de alegría, sus horas de disfrute de abundancias y sus conquistas felices; pero no por eso deja de ser fundamentalmente un exilio triste. Cuando se apaga la última nota de la música, se queda vacía la copa en que celebramos la felicidad y regresamos a nuestro íntimo reencuentro con la almohada y desnudamos, ante Dios, nuestra alma sin que nos importe el pudor, sabemos que no tenemos patria, que Cuba nos ha sido robada, que nos espera una tumba bajo cielo extraño y que, a fin de cuentas, por mucho que creamos tener, nada somos. La risa es pasajera, la tristeza es resurgente.
Soy un exiliado, un viejo exiliado. En Miami tengo hijos, nietos y biznietos, amigos y hermanos. Pudiera decir que, a mis años, nada me falta; pero eso sería engañarme. Me falta Cuba, y mientras no la tenga no seré más que un errante caminante que anduvo por sendas que jamás le pertenecieron.
Sé que moriré fuera de Cuba, como un exiliado más; pero el consuelo que me queda es el de que Cuba seguirá viviendo más allá de mi muerte. Otras manos, otras voluntades rescatarán a Cuba de la ignominia. ¡Y ese día celebraré en el cielo, con millares de mis amados compatriotas, la fiesta más grande que haya conocido la eternidad!
Fuente: Miscelaneas de Cuba
Imágen: El Pais.com

jueves, 28 de octubre de 2010

¿QUIEN ES CARY ROQUE?





Hablar del presidio político de la mujer cubana, es un tema triste y doloroso que no puede faltar en este Congreso Virtual Internacional.
La valentía y el decoro se quedan cortos ante el empuje de estas valiosas mujeres que como bien dice el Libro:"Todo lo dieron por Cuba" de Mignon Medrano refleja un fiel testimonio al valor y a la lucha por la causa de Cuba.
Vamos a mostrar la cruda realidad de estas mujeres y su lucha; como reconocimiento a su valor y entereza y para que el mundo recoja esta verdad y sepa cuan difícil y doloroso han sido estos cincuenta años bajo el poder castrista.
QUIEN ES CARY ROQUE?
Tomado del libro "Todo lo dieron por Cuba"
de Mignon Medrano:
Una viva muestra del peso que cargó sobre sus hombres la juventud cubana es Cary Roque. Con solo 19 años de edad, trabajaba como locutora y actriz en CMQ Radio, actriz de telenovelas en CMQ Televisión y en la exitosa obra teatral "Los Malditos". Además, estudiaba periodismo en la escuela Márquez Sterling. Como tantos otros jóvenes de su generación, Cary creyó honestamente que la revolución traería a Cuba un estado de derecho sin golpes militares y con un absoluto respeto a la Constitución de 1940.
Poco le duró la ilusión. Casi desde el primer día comenzó a ser testigo de la violencia desatada dentro de la propia CMQ. Se sintió defraudada por la revolución, pero aún más por las represalias en contra de quienes querían desligarse del sistema. El director de la escuela de periodismo, el Dr. Quintana, fue destituido y reemplazado por Carlos Rafael Rodríguez. Los alumnos que no simpatizaban con el nuevo régimen fueron depurados y hasta se les prohibió acercarse a la escuela.
Algo similar sucedía en la CMQ. A diario, las también actrices Violeta Jiménez, Raquel Revuelta y Maritza Rosales, presionaban a todas las demás para que se inscribieran en las recién estrenadas milicias. "¿Cuándo vas a unirte a las milicias, Cary? El domingo hay guardia". Esta pregunta se repetía con marcada insistencia. Un día, en tono conminatorio, Violeta Jiménez la emplazó: "Estoy hablando contigo, Cary Roque, ¿cuándo vas a ser miliciana?" A lo que Cary ripostó: "Nunca, porque yo no nací para andar con un fusil arriba; yo tengo una carrera, una educación, y me gustan los pantalones sólo como ropa de sport, no como uniforme".
Claro está que el círculo se le cerraba cada vez más, pero Cary había prometido a su madre no involucrarse en actividades contrarrevolucionarias y trataba de mantenerse alejada de éstas, aunque participó en alguna que otra reunión política. Pero las promesas se las lleva el viento cuando hay que tomar decisiones mayores. Conoció a Margot Roselló y a pesar de la cautela con que se movía entre tanto revolucionario arribista, se produjo una inmediata identificación política entre ellas. Margot y su hermana Mercedes conspiraban con el MRR, el Movimiento de Recuperación Revolucionaria, cuyo coordinador nacional en ese momento era Máximo Díaz Delgado. Cary comenzó a conspirar en acción y sabotaje; era un hermoso esfuerzo de entrega total y desinteresada, especialmente por parte del Directorio, el grupo estudiantil.
Las tres formaban parte de la misma célula y ayudaron al alzamiento de Lino Bernabé en la Sierra El Escambray. Su esposa, valiente mujer, a pesar de estar embarazada lo acompañó hasta el final. Esta fue una de las últimas operaciones que realizarían.
- El 17 de abril nos encontrábamos Margot y yo en la clínica El Sagrado Corazón con Mercedes, quien había tenido un embarazo extrauterino. La casa de Mercedes, junto al Parque Zoológico, era el cuartel general de operaciones; de ahí salían y para ahí bajaban de El Escambray, era casa de contactos, casa de seguridad, sede de estrategias; todo allí era "Top Secret".
… Desgraciadamente, nuestro grupo fue infiltrado por un muchacho llamado Pepe Silva, a quien Mercedes defendía apasionadamente y juraba que era como un hermano. El trabajaba en la Base de San Antonio de los Baños y allí tenía un contacto muy bueno que nos suministraba granadas, armas y demás. Ese fue su vínculo para entrar al movimiento. Nos denunció a todos y denunció la casa…
…En el hospital, Mercedes nos pidió que nos fuésemos para la casa porque Betty, su niña, estaba sola con la tala. ¡Qué sorpresa nos llevamos! Allí estaba escondido el sobrino de Mercedes, fugado de la cárcel de Santa Clara. Y dentro de la casa, todos estaban presos. La tata de la niña, asomada a la ventana de la cocina, nos abría los ojos indicándonos que algo andaba mal pero ¡olvídate!, no nos dieron chance. Saltaron sobre nosotros con armas largas y al grito de, "cogimos a las que esperábamos "nos apresaron en aquella enorme redada. Hasta el abuelo de las Roselló, sobre su anciano pecho las medallas de veterano de la Guerra de Independencia, cayó preso. Pudo salvarse "El Gordo" Manolo Salvat, que salió con nombre y apellido falsos. Si lo identifican, Manolito hubiera sido un paredón…
…Aquella recogida fue tan grande, tan loca, con cientos de miles de presos, que a veces creo que llegamos al millón. Tras ocho horas de detención en casa de Mercedes, nos llevaron de madrugada para el MINFAR, Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, donde nos esperaba Barba Roja Piñeiro y, junto a él, Pepe Silva. Margot y yo nos miramos y ambas pensamos, "Bueno aquí confirmamos lo que tanto dijimos y Mercedes negaba: Pepe nos ha denunciado". Años más tarde, nos dijeron que lo habían fusilado por robar armas para venderlas…
…¡Caer presas el 17 de abril! Con todos los cuadros de la resistencia listos para cuando llegara la invasión, ésta nos tomó por sorpresa, nos agarró desarticulados y sin información. Nuestros nombres estaban en listas desde hacía mucho tiempo. Nuestras vidas no valían un céntimo:
"¡Paredón, paredón, para saya y pantalón!"
…Barba Roja me lanzó a la cara un montón de fotos tomadas por Pepe Silva durante un trasiego de armas instándome a confesar que las mujeres en las fotos éramos Mercedes y yo. Yo hasta llevaba puestos los mismos espejuelos que en la foto, pero lo negaba una y otra vez. Fueron momentos muy duros. Fusilaron a muchos sin juicio. Por suerte, el esposo de Mercedes ni sabía que ella estaba conspirando, así es que el infiltrado no pudo delatarlo. El pobre hombre estaba lívido al saber lo que estas tres mujercitas venían haciendo en su casa y a sus espaldas. Así y todo, estuvo preso varios meses y salió loco…
…En aquellos días de Bahía de Cochinos, el paredón no cesó de funcionar. Todo preso que tú te encuentres hoy y que estuvo en La Cabaña en aquella época, te contará cómo llegaban a las galeras y decían: "Tú, tú y tú, Fulano, Mengano y Zutano…", sin juicio ni nada. Pero igual sucedía en cualquier estación de policía y aún más en el propio MINFAR…
…A Mercedes la apresaron en el hospital. Le querían quitar los sueros, transfusión y demás, pero su médico se les encaró para explicarles que ella estaba muy grave tras operarla del embarazo extrauterino. Dijo que la mantuvieran bajo custodia, pero que no la movieran. A Margot y a mí nos llevaron, por separado, para el G-2. Aquello era terrible, imagínate que en un solo cuarto habíamos más de 70 mujeres. Allí solo encontré a una conocida, Juanita, que trabajaba en CMQ. A su esposo le ocuparon una planta de radio; él logró escapar y la agarraron a ella. Allí comencé a conocer a las que con los años se convertirían en mis hermanas. Mi verdadera hermana, Gloria, trabajaba con Pan American y la sacaron para Miami, no volví a verla en 20 años…
…Poco después de un mes en el G-2 me trasladaron con un grupo para una casa tapiada a unas dos cuadras de allí; creo que había sido de uno de los dueños de la tienda El Encanto. La habían subdividido en celdas con dos literas cada una; a mí me tocó compartir por mucho tiempo con una muchacha muy inteligente que logró salir en libertad, María del Carmen Muñoz y Grau. Era de la juventud Católica, la Universidad de Villanueva y el Directorio, pero nunca lograron ubicarla y la soltaron. Allí conocí a Reina Peñate y a Noelia Ramírez, a quien apodaríamos "La Preciosa". Allí estuve bajo interrogatorios constantes, de día y de noche, durante dos meses y medio. No me dejaban dormir, a veces me sacaban y me dejaban sola, por horas y horas, en un salón helado…
…El peor de los interrogadores, el más sinvergüenza, era Idelfonso Canales. Me presionaba mucho amenazándome con fusilar a mi padre si yo no hablaba; mis padres ni sabían de mí desde el día 17 de abril, así es que seguro me daban por muerta. Pero, Saturno se come a sus propios hijos y también así la revolución. Al igual que a Pepe Silva, a Canales lo fusilaron por traficar con dólares…
…Un día me dejaron ver a mis padres durante 15 minutos. Mi madre estaba totalmente destruida de los nervios y mi padre era un anciano; en un mes se había puesto blanco en canas. Se ve''ia como que le habían robado la vida. A su pregunta, les confesé que yo era culpable y que allí estaría por muchos años. No volví a ver a mis padres hasta que me trasladaron para Guanabacoa…
…El 22 de septiembre de 1961 se dictó nuestra sentencia en un juicio con Pelayito "Paredón" de juez y Flores Ibarra de fiscal, la combinación clave para la pena de muerte. La pidieron para 18 hombres, y las condenas más severas para Mercedes y Margot Roselló y para mí. Mi abogado, de apellido Fernández, vino recomendado por Dora Rivas, quien estaba defendiendo a Robert Morton, el vice-presidente de la Pepsi-Cola, acusado de ser agente de la CIA y para quien pedían la pena de muerte que luego conmutaron. Éramos 102; nuestra causa era la 238 pero mezclaban causas para confundir y había gente del MRR, de Rescate, y de la Unidad de Apoyo a Bahía de Cochinos. Conmutaron algunas penas, pero fusilaron a siete hombres. Fue un juicio desgarrador, con la sala atestada de familiares que gritaban su angustia cuando dictaban sentencia de muerte. Al finalizar el juicio procedían a la apelación, pero solo rectificaron las penas de muerte y a nosotras tres nos rebajaron las condenas a 20 años.
…En ese juicio condenaron a muerte a Aldo Vera estando prófugo. Al comandante de la Marina de Guerra Revolucionaria, Gonzalo Miranda le conmutaron la pena de muerte. Muchos venían del Movimiento 26 de Julio; era una conspiración netamente salida de las filas de la Revolución. Era un juicio de mucha fuerza por estar involucradas las tres armas, el Ejército, la Marina y la Policía. Importantes personalidades y embajadores estaban presentes, incluyendo el de Inglaterra. Aquello era un constante forcejeo. Tras cada sentencia de muerte el preso quería abrazar a sus hijos, a su esposa, a sus padres, por última vez…
…Cuando terminó el juicio, los familiares se tiraron arriba de los que iban a fusilar y los policías, los cascos militares, los PMs, a culatazo limpio nos golpeaban a todos…hacían un cerco y nos separaban. Mundito, el sobrino de Mercedes, estira las manos y nos dice: "Cuídense", y un PM con bayoneta calada nos da un fuerte culatazo a Mercedes y a mí. Al; tratar de interponerse Mundito, cargó contra él con otro culatazo…todo esto a la vista y gritos de los familiares…
…Los nuestros nos halaban para que no nos metieran en la jaula. Cuando a empujones nos montaron en la jaula para llevarnos a la cárcel de Guanabacoa, los familiares le cayeron atrás a la jaula mientras se oían los gritos de los que iban a fusilar… ¡horrible, horrible! ¡Aquello era Pandemonium! Polín corrió junto a Norma y entonces la arrastraron a ella; Mercedes perdió el conocimiento en pleno juicio y hubo que sacarla en camilla. Éramos 110 acusados y casi 400 familiares. Nunca olvidaré la cara de mi padre apretando los puños y mordiéndose los labios, cargado de impotencia…
.
..Cuando llegamos a Guanabacoa, las noticias del juicio habían precedido a nuestra llegada y las presas estaban rezando un rosario con María Cristina Oliva, rogando porque no hubiera fusilamientos. Al traer nosotras la mala nueva, se renovaba el dolor de cada una. Si no era el hermano, era el esposo, si no, el hijo. Cuando una iba a juicio, las demás nos quedábamos rezando. Mujeres que hasta ayer fuimos desconocidas, hoy, en el dolor, éramos más que hermanas.

CARY ROQUE: LA QUE TAMPOCO SE CALLA

Publicado por Congreso Virtual Internacional

Gastón Baquero


Gastón Baquero

(Banes, 1918-1997)

Sobre el autor


Poeta y crítico cubano, nacido en Banes. Aunque de formación científica, pronto se dedicó al periodismo en el diario de la Marina y a las letras en el grupo Orígenes, liderado por José Lezama Lima. Tuvo cierta actuación pública y marchó al exilio al llegar la Revolución Cubana, en 1959, pasando por Estados Unidos y radicándose en Madrid. Con numerosas referencias culturales y enraizado en la herencia del modernismo, su poesía acepta cierta entonación católica en la celebración del mundo como encarnación de la obra divina. Su obra poética, parcialmente recogida en 1984, Magias e invenciones y reunida en 1995 junto a buena parte de su ensayística, comprende Poemas (1942), Saúl ante la espada (1942), Poemas escritos en España (1960), Memorial de un testigo (1966) y Poemas invisibles (1991). Entre sus misceláneas de crítica figuran Ensayos (1948), Escritores hispanoamericanos de hoy (1961) y Darío, Cernuda y otros temas poéticos (1969).

Obras en la biblioteca

La fuente inagotable. Valencia: Pre-textos, 1995 (E BAQ fue)
Libro de ensayos que el propio autor define en el prólogo como "viajes a un planeta llamado Martí". Además de varios ensayos dedicados al célebre escritor y pensador, también dedica otras páginas a Lezama Lima, Borges, Carpentier, César Vallejo, Lydia Cabrera...

Enlaces en Internet

Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes: Gastón Baquero

miércoles, 27 de octubre de 2010

Recordando a Osvaldo Raya

MARCHA EN LA CALLE 8 TH POR LAS DAMAS DE BLANCO


Iliana Curra, Osvaldo Raya y @Julita

CÍRCULOS EN EL AGUA



Angélica Mora

Texas

Apuntes de una Periodista

Nada cambia.
La rutina del dolor ajeno nos llega en oleadas.
Golpea nuestra puerta, pero no lo podemos mitigar, porque no está en nuestro poder, hacerlo.
Los clamores siguen a diario, pero nada en el horizonte se perfila como una posible señal que algo pueda variar.

Un filósofo por ahí descubría que la pasión es el cultivo perfecto para sentir este tipo de inquietud.
Pero el analizador no decía cómo se puede bajar este grado de vehemencia ni tampoco como mitigar el fastidio que esto provoca.
Quiero hacer algo, pero no puedo.
Y mis dedos dibujan círculos perfectos en el agua.

Oimos de los abusos, nos llenan de inquietud las injusticias y no podemos hacer nada.
Los que las provocan siguen adelante impunes en sus atropellos.
Prosiguen abusando aprovechándose de la indiferencia de los que pudieran hacer algo.
Pero es que los que pudieran impedir o por lo menos aconsejar hacer algo en bien de los que sufren no hacen nada.
Sólo dibujan -como yo- círculos en el agua.

Más allá, otros contemplan impávidos.
Nada se hace. Porque es mejor no meterse en causas ajenas.
Y así los círculos de indiferencia siguen enlazados hasta el infinito,
uno al lado del otro, marcados en el agua.

martes, 26 de octubre de 2010

La Tremenda Corte




Por Rev. Martin N. Añorga

Recuerdo la tarde en que en el radio de mi automóvil sintonicé La Tremenda Corte, teniendo a mi lado a mi padre recién llegado de Cuba. Ya cerca de los noventa años se le iluminó el rostro y me regaló una de esas sonrisas que no se olvidan. Desde aquella ocasión nuestra cita de la 1:30 PM nunca se canceló.

Yo tuve oportunidad de conocer a Leopoldo Fernández, probablemente al igual que millares de otros compatriotas, por medio de reiterados encuentros personales en una que otra emisora de radio. En cierta ocasión le hable de la devoción que por él sentía mi padre, y le pregunté si estaría dispuesto a aceptar una invitación para que almorzáramos los tres, en el sitio y hora que él escogiera. Con inesperada rapidez me aceptó la invitación y un par de días después nos sentábamos alrededor de una mesa en un modestísimo restaurante de la calle ocho, cerca de la cuarta avenida.

No le dije a mi padre con quién nos encontraríamos. Cuando “el viejo”, así llamamos los cubanos a nuestros padres, se encontró frente a Trespatines, y éste le dio un abrazo como si se tratara de un amigo de toda la vida, se me estremeció el corazón. Al “viejo” se le iluminó el rostro y hasta de los ojos le salían chispas. No supe cómo darle las gracias a Leopoldo Fernández por esa hora feliz que le regaló a mi padre. Siempre he guardado un especial recuerdo del gran artista cubano, genial y sencillo; picaresco y simpático; pero fundamentalmente un hombre con el corazón lleno de nobleza.

Mi papá nunca se cansó de contar, con no disimulado orgullo, su encuentro con Trespatines. Pocos años después murió, dejando decenas de casetes de La Tremenda Corte que había grabado. El escuchaba el programa diariamente a la 1:30 p.m por las ondas cordiales de Radio Mambí, y por la tarde, después de su frugal cena, volvía a disfrutarlo. Se sabía de memoria los libretos, pero reía las ocurrencias de su “amigo” como si estuviera oyéndolas por primera vez.

Yo pudiera formar un club de oyentes de La Tremenda Corte, pues sé de muchos amigos que hemos convertido en un sagrado hábito el gusto de reunirnos, aunque separados, después del almuerzo para gozarnos con las travesuras de Trespatines y sus socios, el Tremendo Juez, Nananina y Rudesindo Caldeiro. De ese club forma parte -y espero que no se trate de un indiscreción mencionarlo- mi entrañable amigo, el Obispo Agustín A, Román. Ya no está entre nosotros, pero no puedo olvidarlo, mi hermano Rolando Espinosa, otro oyente de La Tremenda Corte con quien compartíamos con espíritu juvenil los chistes que ya habíamos oído decenas de veces.

La Tremenda Corte, más que un programa cómico, se me ha convertido en una terapia personal. Dejo lo que esté haciendo cada tarde y por casi media hora no acepto interrupciones, porque escuchar ese programa me renueva, me hace olvidar tristezas y me traslada a la compañía de mi amado viejito que dulcificó los últimos días de su vida riéndose –y hasta llorando- con su regreso a Cuba viajando en las voces de Leopoldo, Aníbal, Mimí y Adolfo.

Es un fenómeno que jamás podrá repetirse el de La Tremenda Corte, un programa que cincuenta años después mantiene su vigencia y sigue siendo el preferido de miles y miles de oyentes. Hoy día lo disfrutan, no tan solo los de mi generación, que ya vamos quedando pocos, sino los que han llegado al mundo mucho después de que fuera inaugurado el programa en la gloriosa “Cuba de antes”. Sin dármela de viajero por los caminos del mundo -que no lo soy-, quiero decir que he escuchado La Tremenda Corte en Madrid, Puerto Rico, Costa Rica, Panamá. Santo Domingo y en diferentes .ciudades de Colombia, México y Venezuela. Es de notarse que en los libretos de La Tremenda Corte se mencionan calles, pueblos y dicharachos propios de Cuba; pero a pesar de eso, el programa es acogido efusivamente por personas de otras culturas y otras latitudes.

Sin ánimo de hacer comparaciones ofensivas, es justo señalar la pureza de la comicidad de La Tremenda Corte, en la que nunca hubo un chiste de doble sentido, una palabra obscena, una historieta de corte pornográfico ni una expresión que se riñera con la decencia. Y todos nos reímos. En mi casa, cuando mis hijos eran todavía pequeños, los miré gozar con los enredos festivos de Trespatines. Es que La Tremenda Corte es un programa para la familia, en el que se disfruta del ingenio de artistas consagrados, que de manera misteriosa se nos integran como miembros del hogar.

Recuerdo una tarde en que visitábamos a una familia mexicana en la ciudad de Guadalajara. El señor de la casa, cortésmente me anunció una sorpresa, al tiempo en que consultaba su reloj. ¿Saben cuál fue la sorpresa? ¡El programa de la Tremenda Corte radiado por una estación local! El amigo mexicano me confesó que ese era su espacio preferido a hora de la siesta familiar.

Vivir en el exilio ha sido para mí una experiencia paradójica, porque paralelamente al dolor de haber perdido a mi Patria he disfrutado el privilegio de conocer a personas que probablemente jamás hubiera conocido en Cuba. De los que han trabajado en La Tremenda Corte tuve el honor de relacionarme especialmente con Leopoldo Fernández y Aníbal de Mar. A Mimí Cal la visité en cierta ocasión en el hogar de ancianos en el que residía, y con Miguel Angel Herrera el “sufrido” secretario conversé en un fortuito encuentro en una funeraria de Hialeah.

Saber que los héroes de La Tremenda Corte no recibieran un solo centavo de las presentaciones que del programa se han hecho, no tan solo en Miami, sino en decenas de otros lugares en el mundo, ha sido algo que siempre me ha inquietado. Tengo entendido que del mismo hay 254 capítulos que se han multiplicado de forma que probablemente nadie pueda precisar. Por supuesto, ni Leopoldo ni Aníbal pudieron predecir el alcance mundial de La Tremenda Corte. No es que hayan sido víctimas de la codicia de nadie, sino que no anticiparon el futuro. Pero no anduvieron amargados ni frustrados por ese costoso hecho. Claro es que tuvieron que afrontar inesperadas peripecias en el exilio, pero sin deteriorar el sentido del humor, el gracejo natural y el espíritu de confraternidad que siempre les caracterizó.

Para muchos parecerá una frivolidad que yo le dé gracias a Dios públicamente por un programa radial que lleva sobre sus hombros una carga de varios decenios. No sé si es cierta la información que leí en algún sitio de que el primer episodio de La Tremenda Corte se trasmitió en Cuba por la emisora WRHC el 7 de enero del 1942. Lo que no deja de ser cierto es que ese programa es parte de mi vida desde los días de mi juventud, y ya cargo sobre mis espaldas el fardo de 81 años,

Doy gracias a Dios por la fértil y sana imaginación del autor Cástor Vispo.
A Dios doy gracias por la comicidad natural y espontánea de Leopoldo Fernández, el hombre que nos hacía reír, aún en los momentos difíciles de la vida.

Por Aníbal de Mar, Mimí Cal y Adolfo Otero le doy también gracias a Dios por el gracejo con que me han entretenido por muchos años y en muchos lugares.
Un programa radial que diariamente -por años sin contar- ha sido compañía de mi padre y de amados amigos de mi propia edad, hay que agradecerlo. Aunque esa no fuera la intención de los que lo crearon, ciertamente La Tremenda Corte es un regalo de Dios.
Y los regalos se agradecen.

( Manorga@aol.comEsta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla )

Antonio Gattorno Águila, Pintor cubano




Niño genio

Nacido en La Habana el 15 de marzo de 1904, en el seno de una familia acomodada, a los 12 años había ganado, por oposición, su plaza en la escuela San Alejandro, siendo su maestro Leopoldo Romañach, quien le enseñara a poner los colores en la paleta; luego, a los l6, ya alumno brillantísimo, marcha becado a Europa, a fin de profundizar los conocimientos adquiridos.
Siete años permanece nuestro pintor en el viejo continente, escenario de observación inteligente, de encuentros propicios. En París trabaja en los estudios de Georges Roualt y Jules Pescin; se enamora tanto de la serenidad cromática y lineal de Chavannes, como de los primitivos –el cuatrocenttos- en Italia. Para entonces ya había muerto Modigliani, pero establece extraordinaria amistad con el rey del surrealismo, Salvador Dalí.




A su regreso a Cuba, en 1927, se instala en la barriada capitalina de Pogolotti (Marianao), donde vive y trabaja junto a su primera esposa, la actriz francesa Llilianne Cointepax. Realiza una exposición personal que resume su fructífera estancia en Europa e incluye obras pintadas aquí. Esta muestra, precedida por la de Víctor Manuel y la del escultor José Sicre, preparan el camino para la gran exposición de Arte Nuevo, en mayo de ese mismo año, donde la vanguardia presentaría credenciales. Exhibe Mujeres junto al río (óleo), comienzo de las transposiciones de la moderna pintura europea a temas cubanos.
Pionero de las imágenes del criollismo, a esta tendencia le aporta no pocos de sus más emblemáticos cuadros y cuyo clímax, el mural realizado en los años 30, Guajiros en Nueva York, provocaría una de las más bellas crónicas escritas por Pablo de la Torriente Brau, la cual mereciera el Premio Nacional Justo de Lara: "Los guajiros han venido por primera vez a Nueva York. Los trajo Antonio Gattorno, el pintor menudo y silencioso que siempre se parece a sus cuadros. Tanto, que ahora ha venido a descubrirse que también él tiene, a pesar de su aire inconfundible de ciudadano pulido que ha visto ciudades y barcos, algo así como un alma de guajiro, recogida y tristona, que se manifiesta en lo exterior por esa fragilidad física y ese color palúdico, que él ha traído a Nueva York en los guajiros de sus cuadros, siempre impávidos, trágicos, silenciosos"

Miembro del Grupo Minorista, retrata a Rubén Martínez Villena, en fina plumilla, retrato juvenil del que dijera Juan Marinello: "En el dibujo de Gattorno, de tanta riqueza expresiva, se asoma a la vida el poeta que acaba de salir de la adolescencia (...) La maestría picasiana está presente pero no hiere la voluntad creadora, que defiende sus caminos propios. El rigor y la libertad ordenan y levantan la figura delicada y soñadora. Nuestro pintor ha querido darnos, y lo ha logrado, la aventura naciente de un espíritu revolucionario en la más ancha significación del término".

A finales de la década del 30 y ante la indiferencia y la desidia oficial imperantes, decide radicarse en los Estados Unidos. Allí abandona la pintura de inspiración campesina y se aplica, bajo la influencia de Dalí, a la escuela surrealista. "No encontraba ninguna fuente de inspiración en la metrópoli gigantesca que es Nueva York –declararía a la prensa cubana–, en el surrealismo puede incluirse todo lo que la imaginación humana puede descubrir o soñar (...) Ahora pienso y siento por cuenta propia."

En 1935 presenta su primera exposición individual en la Passedoit Gallerie´s, de Nueva York. Premio de la Exposición Internacional de Acuarelas (1936), organizada por el Instituto de Arte de Chicago, presenta obras en diferentes eventos internacionales, en ciudades norteamericanas.

Las reproducciones en la revista Esquire de sus tintas de temas cubanos y algunos motivos de París e Italia, sobre los que Ernest Hemingway escribe una emotiva e irregular monografía, así como los oportunos comentarios del novelista John Dos Passos, quien hace hincapié en la significación social de sus acuarelas y dibujos, donde "toda la tristeza y soledad del campesino cubano se ve reflejada", le lanzan al mercado artístico de los Estados Unidos. Desde entonces puede vivir de la pintura de un modo absolutamente profesional.
Realiza dos exposiciones personales, como sistema, en la Galería Marquié 16 W de la calle 57 y viaja a Cuba, cada dos años, de vacaciones. Casi siempre expone o realiza alguna obra: muchos de sus murales se han perdido, lamentablemente: antigua Escuela de Pedagogía, casa del doctor Gustavo Gutiérrez, Sala Capitular del Ayuntamiento, Plaza de San Francisco y la Catedral, entre otros.


En 1959 viaja a Cuba por última vez. Entrega la finca de sus padres y pinta El héroe caído, dedicado a Pablo de la Torriente Brau y su lucha en España. Este cuadro ha desaparecido. Nunca se manifestó en contra de la Revolución, proceso que no entendería pero que respetaba. Fuera de su patria, deja en sus cartas manuscritas, declarado amor por su tierra, por su Habana. La lejanía de sus lares halla expresión imborrable en buena parte de la tristeza y extrañeza que respiran no pocos de sus paisajes imaginados.
Antonio Gattorno muere el 5 de abril de 1980, en su casa de Massachussets, de un infarto cardíaco, mientras pintaba el retrato de su vecina.No deja descendencia.
Universalizar el modelo
Cuando Gattorno llegó a los Estados Unidos en los años 30, traía consigo un concepto del arte, material y práctico, así como una fe inquebrantable en la necesidad y la realidad de la pintura, apuntalada por una habilidad y una técnica perfecta, robusta. Estas dotes le protegieron del cínico e insolente realismo capitalista y al mismo tiempo comportaban, dada su entrega al surrealismo, un arte abierto a todos los contenidos artísticos, una manera de hacer cuyo alcance de sentido y mensaje lo llena de misterio. Sus calculados retratos denotan profundidad espiritual, obras hechas para el trance, el sístole-diástole del futuro.
Fascinado por las superficies y el efecto de los matices, gran colorista, se atiene a la movilidad pictórica, a las cualidades intrínsecas de la imagen, al talante y la eficacia de los sueños. Teatral o gentil, como en los retratos que hacía a las damas neoyorkinas: decora estos retratos con motivos surrealistas: en cada rostro, con intensidad velada, cifrada, Gattorno afirmará que la apariencia es fugaz, incierta, perecedera. 

A veces conjura un trozo del enigmático sentido o de la verdad perdida (varios cuadros sin título), en trasfondos cuyos juegos de planos y luz, tanto ilusionistas como abstractos, denotan el accionar surrealista en dramáticos escenarios.
Para corroborar, para afirmar y también para burlar sus propias dudas, Gattorno dispone, una y otra vez, de nuevas posibilidades y modalidades al pintar. Hombre moderno, es escéptico en cuanto a la representación de lo real. No se hace justicia a su obra si se la intelectualiza unilateralmente, pues no solo utiliza una táctica meramente estética, sino que se orienta con sagacidad y oportunidad hacia realidades contemporáneas concretas: de las ciudades abrasadas por la guerra al mercado y la opinión pública.
En las dos últimas décadas de su vida, Gattorno se confirma como un surrealista exuberante, de fuerte influencia daliniana, con obras que al propio Dalí hubieran dado envidia. En momentos en que el arte pop, el realismo fotográfico, la nueva pintura paisajística y el neorromanticismo hacían de las suyas en la plástica contemporánea, Gattorno se dedicaba a deslumbrar al mimado comercio del arte con el teatralismo brillante y alienado de sus monumentales cuadros.

En la evocación de esos mundos imaginados subyace un contenido metafórico. No pocas de sus premisas formales quedan desbordadas por la sensualidad de las figuras (El sueño de San Lucas), o la crudeza del tema revelado (varios sin título). Son invenciones hermosas, sombras de sueños –o pesadillas- de gracilidad sosegada y lúdica. Más vinculado a la creación que a las criaturas, jamás puso en tela de juicio a la pintura en sus mundos traspuestos. Tamiza y acerca los extremos. En estos últimos cuadros se perciben sus devociones, divisa y privilegio de los inspirados. ¿Por qué habría de cambiar de camino, si estando en la cima, carecía ya de tiempo y de fuerzas para recorrerlo completo?
En el esplendor de la fábula, del mapa aún no trazado de la pintura del continente, el surrealista Gattorno es todo un clásico.

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