Angélica Mora
El silencio es tan grande
que me envuelve
en innumerables ecos
que suenan
y replican alrededor de mi entorno.
Esta soledad mía
crea golpes en rejas abiertas,
que sin embargo
se cierran con golpes secos.
Este silencio se posa en sitios cercanos,
pero también vuela distancias
y repercute
en bóvedas lejanas.
Al final, la voz sin respuesta
se torna aguda
como campana
que golpea una y otra vez
su badajo de carne muda.
Y se van formando bloques callados
de mí que nadie conoce,
en medio del vasto silencio...
sin que nadie acuda.
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