En estos días…La Cumbre lo envuelve todo. El revolú por lo que se dijo y no se dijo.
Nosotros que disfrutamos del privilegio de una libre expresión, quisimos irnos a ver que opinan lo mas marginados, pero que gozan de una ventana al mundo exterior.
Desde Cuba Generacion Y
La pelota está en terreno cubano después que Obama la lanzara ayer anunciando nuevas flexibilizaciones en su política hacia Cuba. Los jugadores del lado de acá parecen algo confundidos, dudando entre recoger la bola, criticarla o sencillamente ignorarla. El contexto no podía ser mejor: la fidelidad al gobierno nunca había parecido más dañada y el fervor ideológico no había estado –como ahora- tan en el piso. Encima de eso, pocos se creen todavía el cuento del poderoso vecino que vendrá a atacarnos y la mayoría siente que esta confrontación ha durado demasiado tiempo.
La próxima jugada le toca al gobierno de Raúl Castro, pero presiento que nos quedaremos esperando. Debería “despenalizar la discrepancia política”, lo que dejaría sin efecto –inmediatamente- las largas condenas de cárcel de quienes han sido castigados por delitos de opinión. La pelota que desearíamos que él lanzara es la de abrir espacios para la iniciativa ciudadana, permitir la libre asociación y –en un gesto de suma honestidad política- poner su puesto a disposición de unas verdaderas elecciones populares. En un osado salto sobre la cancha, “el eterno segundo” tendría que atreverse a dar algo más que un ramo de olivo. Esperamos que elimine las restricciones migratorias, que ponga fin a ese negocio extorsionador en que se ha convertido el permiso para salir o para retornar a la Isla.
El juego se volvería más dinámico si dejaran al pueblo cubano tomar la voluble pelota de los cambios. Muchos la golpearíamos para que termine la censura, el control estatal sobre la información, la selección ideológica para ocupar ciertos empleos, el adoctrinamiento en la educación y el castigo al que piensa diferente. La lanzaríamos para que nos dejen navegar en Internet sin páginas bloqueadas o para que en los micrófonos abiertos podamos decir la palabra “libertad” y no ser acusados -por ello- de hacer “una provocación contrarrevolucionaria”.
Varios nos hemos bajado de las apartadas gradas, desde donde mirábamos el partido. Si el gobierno cubano no recoge la pelota, hay miles de manos dispuestas a usar nuestro turno de lanzamiento.
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